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Los seres humanos siempre hemos tenido una relación muy estrecha y de fascinación con el sol, pues es la génesis de las perfectas condiciones para que florezca la vida en el planeta. Pero, aún hoy, a pesar de los grandes avances de la ciencia médica, no es del todo conocida la influencia del sol y su relación con la salud y las enfermedades humanas, pero sí sabemos que el sol se encuentra en ambos aspectos.

Exponernos al sol nos produce bienestar: los días soleados hacen que la gente se sienta alegre, nos indica que está de día y que nuestro cuerpo se dispone a vivir de nuevo en cada mañana; mantiene nuestros huesos y nuestro cerebro en forma e incluso, quienes reciben grandes cantidades de sol, eso sí, sin quemarse, viven muchos años más y tienen la presión arterial más baja que aquellos que reciben poco sol.

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Pero, también sabemos que no recibirlo o recibirlo en exceso es causa de enfermedades tanto corporales, como mentales para las personas. El problema más comúnmente causado por el sol son las quemaduras, que se producen cuando la piel se expone agudamente a una gran cantidad de radiación solar, en especial la llamada ultravioleta. La mayoría de las personas, en el mundo actual, han sufrido algún episodio de quemadura por el sol y su gravedad estará determinada por la cantidad de sol y por el color de la piel. Van desde las más leves, llamadas de primer grado, que sólo se reflejan en un leve enrojecimiento y algo de sensación de ardor; pasando por las de segundo grado y hasta las de tercer grado, en las que el daño puede llegar a destruir capas enteras de la piel mediante ampollas o úlceras.

Otro problema frecuentemente asociado con la exposición solar son las manchas de la piel, en especial, aquellas que aparecen en la cara (llamadas melasma) y las demás áreas expuestas (lentigos solares), que en general requieren de una exposición larga en el tiempo. Un manchado especial de la piel es lo que conocemos como bronceado, que ha tenido momentos en los que ha sido altamente deseado por muchas personas, pero que, en casi cualquier caso, indica que la piel se ha dañado y se está tratando de defender de dicho daño. La ventaja del bronceado es que es sólo transitorio.

Hay otras enfermedades que, si bien no se producen, sí se agravan con el sol. Entre ellas tal vez la más conocida es el Lupus Eritematoso, que tiene formas cutáneas puras y formas sistémicas. En todas ellas, quienes lo sufren deben limitar su exposición al sol, pues su piel es extremadamente sensible. Otra enfermedad agravada por el sol se conoce como Erupción solar polimorfa, en esta la persona presenta brotes recurrentes en las zonas expuestas como la cara, la V del pecho y los antebrazos que generan picazón o ardor.

El vitíligo es otra de las enfermedades que se agrava con el sol, puesto que quienes lo sufren, no tienen la defensa natural contra los rayos UV (la melanina) por lo tanto su piel se daña con mucha más facilidad.

Por último, cabe mencionar a los “niños de la luna” que sufren una enfermedad llamada Xeroderma pigmentoso, en la que se carece de los mecanismos reparadores del daño que el sol hace a la piel y sufren de cánceres y otras enfermedades de la piel.

En todo caso la mejor recomendación es cuidar la piel, en especial la de la cara, evitando la exposición directa y aplicando protectores solares que tengan un amplio espectro (cubran la radiación ultravioleta A y B, y de ser posible, también la luz visible y el infrarrojo) y en todo caso acudir al dermatólogo para que nos indique la mejor estrategia para lograr dicho cometido.

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Las alteraciones pigmentarias causadas por el sol son una queja muy frecuente en la consulta dermatológica. Estas variaciones, también llamadas hiperpigmentaciones, son cambios en el color de la piel manifestándose como parches o punteado de color más oscuro en partes del cuerpo expuestas al sol como la cara, el pecho, brazos y dorso de manos; y son causadas por el aumento en la cantidad y calidad de la melanina y la cantidad y el tamaño de los melanocitos.

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La piel está dividida en dos capas: una superficial -epidermis- donde se encuentran numerosas células (queratinocitos) unidas entre sí por cemento intercelular y en el fondo cerca al límite con la dermis se encuentran los melanocitos. En la capa interna de la piel -dermis- no hay melanocitos y está formada principalmente por colágeno, fibras elásticas, vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas.

Los melanocitos son células color café, las cuales, dan el color a la piel al producir melanina y transferirla a todas las células de la epidermis de una forma pareja. La exposición a la luz solar aumenta la cantidad de melanina producida por los melanocitos, es por esto que cambiamos de tono al exponernos al sol y también al dejar de hacerlo, el color se torna más claro. Sólo la luz solar y la luz de cámaras de bronceo son capaces de cambiar el tono de la piel y oscurecerlo. La luz de las bombillas eléctricas de casas y oficinas o las luces led no producen cambios de pigmentación.

Las hiperpigmentaciones más frecuentes son melasma, pecas y lentigos seniles.

Melasma: es una de las hiperpigmentaciones más frecuentes, causada por varios factores como la exposición solar, cambios hormonales, embarazo, herencia entre otros. Afecta más a mujeres que a hombres y está localizado principalmente en mejillas. Es más severo y extenso en persona de color trigueño.

Las pecas o efélides: estas hiperpigmentaciones son manchas puntiformes de distintos tamaños; más extensas, pueden cubrir tronco, cara y extremidades. Son causadas por factores en común con el melasma, como son la exposición solar y la herencia. Son más frecuentes en personas blancas.

Lentigos: son cambios pigmentarios causados por la edad y asociados con exposición al sol. Afectan tronco y extremidades principalmente. Aparecen en adultos, como manchas puntiformes similares a las pecas, crecen muy lentamente y esporádicamente se malignizan.

El tratamiento de las hiperpigmentaciones incluye protección solar, antioxidantes, emolientes y despigmentantes. El uso de protección solar reduce las pigmentaciones, las líneas de expresión y evita la deshidratación. Debe presentar filtros contra luz ultravioleta A y B, como el Dióxido de titanio, óxido de zinc o parsol. Aplicarse diario en las mañanas en cantidad adecuada encima de hidratantes o cremas, sobre toda la cara orejas cuello y algunas veces dorso de manos y antebrazos.

Los antioxidantes y emolientes proporcionan herramientas para protección contra la radiación ultravioleta, además regulan las funciones de protección de la piel.

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Los despigmentantes regulan la coloración de la piel, son de aplicación nocturna, aumentan la descamación y pueden sensibilizarla, deben usarse con cuidado.

Los procedimientos indicados para las hiperpigmentaciones son: la microdermoabrasión, nanopore, peeling y láser. Estos procedimientos deben usarse luego de controlar la exposición solar, de lo contrario se agravarían las pigmentaciones.

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