[et_pb_section fb_built=»1″ _builder_version=»3.0.47″ custom_padding=»0|0px|0|0px»][et_pb_row _builder_version=»3.0.47″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat» custom_padding=»27px|0px|0|0px»][et_pb_column type=»1_2″ _builder_version=»3.0.47″ parallax=»off» parallax_method=»on»][et_pb_text _builder_version=»3.0.106″ text_orientation=»justified»]Se define como tumor en la piel, cualquier masa o bulto que se presente en ésta, contienen generalmente células que hacen parte de los componentes de la piel, y pueden tener diferentes orígenes. Entre ellos, malignos, se caracterizan por presentar un comportamiento anómalo, destructivo y agresivo, o benignos, no presentan un comportamiento peligroso y componen la gran mayoría de los tumores.
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Éstos son un motivo de consulta común en la práctica dermatológica, pues se presentan en la mayoría de las personas y causan preocupación por su naturaleza o porque pueden afectar la estética personal.
El ejemplo frecuente de los tumores benignos en piel, son los lunares, en dermatología denominados como nevus melanocíticos, presentes en todos los seres humanos. Se manifiestan de múltiples formas y colores, afectando cualquier parte del cuerpo y habitualmente tienen un comportamiento benigno, sin embargo, hay que conocerlos, algunos tumores malignos pueden presentarse clínicamente parecidos a los nevus o generarse a partir de éstos.
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Así mismo las verrugas virales, hacen parte de la clasificación de los tumores benignos, éstas pueden afectar a personas de todas las edades, incluso son bastante comunes en los niños. Son transmitidas por el papiloma virus humano y se presentan como pequeñas pápulas y placas, de aspecto verrucoso (de allí su nombre). Afectan cualquier parte del cuerpo, comúnmente las manos y plantas de los pies, siendo más severas en personas con problemas en el sistema inmunológico. Para éstas existen múltiples tratamientos, con resultados variables.
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Es importante conocer nuestra propia piel pues existen más de 30 tipos de tumores que deben ser revisados por un especialista.
En ningún caso es recomendable realizarse “quemaduras de lunares” sin antes tener una evaluación del especialista en la piel. En nuestra clínica Dermatológica puedes encontrar médicos profesionales de la dermatología reconocidos, que tienen una amplia trayectoria y experiencia en todos los tratamientos de la piel.
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Los nevus melanocíticos muestran un comportamiento benigno, por con siguiente un crecimiento lento y sin efecto de masa destructiva. Estos se pueden remover, pero casi siempre con cicatrices residuales, lo recomendado es hacerlo sólo por mejoría estética o para descartar malignidad.
El dermatólogo siempre estará capacitado para evaluar la naturaleza benigna o maligna de un tumor, sin embargo, hay varios signos que las personas en casa pueden detectar y de esta forma saber si dichas lesiones son de origen anómalo o benigno.
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El ABCDE de los lunares, es una herramienta útil para sospechar o descartar una naturaleza maligna. Si la aplicamos en un tumor, de esta forma: A: Asimetría, B: Bordes irregulares, C: Múltiples colores, D: Diámetro mayor a 6 mm y E: Tiempo de evolución.
Existen otros tumores benignos, que clínicamente se parecen a los lunares, pero son de origen distinto y, por tanto, su tratamiento es diferente. Uno clásico, son las queratosis seborreicas, que son una acumulación de células epidérmicas en la piel. Aparecen como pápulas y placas, de superficie verrucosa, de coloración variable, existiendo lesiones claras y lesiones muy negruzcas, adheridas a la superficie cutánea, incluso son parecidas a las verrugas víricas. Se presentan en múltiples lesiones, llegando a afectar extensas áreas de la piel (por ejemplo en la espalda). Su tratamiento consiste en realizar extracción de éstos, ya sea por cauterización o con crioterapia (quemar en frio).
Otro tipo de tumor común, son los fibromas laxos o acrocordones, que se presentan en múltiples cantidades, generalmente en el cuello y ocasionalmente en ingles y axilas. Se presentan como pequeños tumores alargados y de color piel o en algunas ocasiones, pigmentados. Su tratamiento se basa en la cauterización, crioterapia o incluso cortando la base con unas tijeras. A veces, las personas las confunden con “verruguitas” del cuello.
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Las alteraciones pigmentarias causadas por el sol son una queja muy frecuente en la consulta dermatológica. Estas variaciones, también llamadas hiperpigmentaciones, son cambios en el color de la piel manifestándose como parches o punteado de color más oscuro en partes del cuerpo expuestas al sol como la cara, el pecho, brazos y dorso de manos; y son causadas por el aumento en la cantidad y calidad de la melanina y la cantidad y el tamaño de los melanocitos.
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La piel está dividida en dos capas: una superficial -epidermis- donde se encuentran numerosas células (queratinocitos) unidas entre sí por cemento intercelular y en el fondo cerca al límite con la dermis se encuentran los melanocitos. En la capa interna de la piel -dermis- no hay melanocitos y está formada principalmente por colágeno, fibras elásticas, vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas.
Los melanocitos son células color café, las cuales, dan el color a la piel al producir melanina y transferirla a todas las células de la epidermis de una forma pareja. La exposición a la luz solar aumenta la cantidad de melanina producida por los melanocitos, es por esto que cambiamos de tono al exponernos al sol y también al dejar de hacerlo, el color se torna más claro. Sólo la luz solar y la luz de cámaras de bronceo son capaces de cambiar el tono de la piel y oscurecerlo. La luz de las bombillas eléctricas de casas y oficinas o las luces led no producen cambios de pigmentación.
Melasma: es una de las hiperpigmentaciones más frecuentes, causada por varios factores como la exposición solar, cambios hormonales, embarazo, herencia entre otros. Afecta más a mujeres que a hombres y está localizado principalmente en mejillas. Es más severo y extenso en persona de color trigueño.
Las pecas o efélides: estas hiperpigmentaciones son manchas puntiformes de distintos tamaños; más extensas, pueden cubrir tronco, cara y extremidades. Son causadas por factores en común con el melasma, como son la exposición solar y la herencia. Son más frecuentes en personas blancas.
Lentigos: son cambios pigmentarios causados por la edad y asociados con exposición al sol. Afectan tronco y extremidades principalmente. Aparecen en adultos, como manchas puntiformes similares a las pecas, crecen muy lentamente y esporádicamente se malignizan.
El tratamiento de las hiperpigmentaciones incluye protección solar, antioxidantes, emolientes y despigmentantes. El uso de protección solar reduce las pigmentaciones, las líneas de expresión y evita la deshidratación. Debe presentar filtros contra luz ultravioleta A y B, como el Dióxido de titanio, óxido de zinc o parsol. Aplicarse diario en las mañanas en cantidad adecuada encima de hidratantes o cremas, sobre toda la cara orejas cuello y algunas veces dorso de manos y antebrazos.
Los antioxidantes y emolientes proporcionan herramientas para protección contra la radiación ultravioleta, además regulan las funciones de protección de la piel.
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Los despigmentantes regulan la coloración de la piel, son de aplicación nocturna, aumentan la descamación y pueden sensibilizarla, deben usarse con cuidado.
Los procedimientos indicados para las hiperpigmentaciones son: la microdermoabrasión, nanopore, peeling y láser. Estos procedimientos deben usarse luego de controlar la exposición solar, de lo contrario se agravarían las pigmentaciones.
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