El término antioxidante fue utilizado originalmente para referirse específicamente a un producto químico que previniera el consumo de oxígeno, aplicado casi exclusivamente a procesos industriales.

Sin embargo fue la identificación de las vitaminas A, C, y E como antioxidantes la que condujo a dilucidar la importancia de los antioxidantes en la bioquímica de los organismos vivos, fundamentando el concepto de que los antioxidantes son capaces de extender la vida humana, reducir los efectos del proceso de envejecimiento y proporcionar bienestar general para el cuerpo humano.

Una paradoja en el metabolismo es que mientras que la gran mayoría de los seres vivos requiere del oxígeno para su existencia, el oxígeno es una molécula altamente reactiva que puede dañar las células produciendo especies reactivas del oxígeno o también llamados radicales libres, moléculas químicamente inestables que son producto del funcionamiento normal del organismo y de factores ambientales como el tabaquismo, la radiación ultravioleta, el estrés, la contaminación atmosférica, entre otros.

Un antioxidante es una molécula capaz de retardar o prevenir la oxidación de otras moléculas depurando los radicales libres antes de que puedan dañar las células.

Los principales antioxidantes derivados de la dieta incluyen la vitamina A, C, E y B3 (niacinamida o vitamina PP), los carotenos y los polifenoles (p.ej: resveratrol). Los antioxidantes se encuentran en cantidades variables en alimentos tales como vegetales, frutas, cereales del grano, legumbres, nueces, algunas carnes, aves y pescados. Algunos antioxidantes tales como los carotenos y el ácido ascórbico (vitamina C) se pueden destruir si son almacenados mucho tiempo o por cocción prolongada. Otros compuestos antioxidantes son más estables, por ejemplo los antioxidantes polifenólicos en alimentos tales como cereales, trigo integral y té. En general los alimentos procesados contienen menos antioxidantes que los alimentos frescos y crudos, puesto que los procesos de la preparación exponen el alimento al oxígeno.

No siempre los antioxidantes de la dieta son suficientes para impactar de manera positiva en el proceso de envejecimiento, razón por la cual, los antioxidantes usados de forma tópica adquieren cada vez más fuerza en el campo de la dermatología. En general los efectos benéficos de estos productos incluyen un aumento en la producción de colágeno, una disminución significativa de los efectos nocivos de la radiación solar en la piel y algunos de ellos un efecto antiinflamatorio y despigmentante.

Ante la inquietud de si podemos actuar en contra del envejecimiento, la respuesta es sí. Si bien la radiación ultravioleta es el factor oxidativo principal, lo cual convierte en primera línea de defensa el protector solar, éste solo bloquea el 55 % de los radicales libres. Esto demuestra que evidentemente necesitamos una prevención adicional…. Es aquí donde los antioxidantes se convierten en nuestra segunda línea de defensa.

¿Cómo podemos ayudarte?