[et_pb_section fb_built=»1″ _builder_version=»3.0.47″][et_pb_row _builder_version=»3.0.47″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat»][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.0.47″ parallax=»off» parallax_method=»on»][et_pb_text _builder_version=»3.0.47″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat»]Cicatrices
El diccionario de la real academia de la lengua española define la cicatriz como una señal que queda en los tejidos orgánicos después de curada una herida o llaga.
Su desarrollo depende de varios factores que llevan a que exista un daño dérmico, el cual puede ser evento traumático como cortadura de cualquier tipo, quemadura o raspadura, además, de enfermedad inflamatoria e infecciosa como la varicela o el acné.
Las cicatrices se producen porque en el intento de reparación de la piel se activan las células que la componen y principalmente los fibroblastos (células localizadas en la dermis) las cuales producen colágeno y fibrosis secundaria a ésta generando una marca permanente. En este proceso es muy importante el cuidado adecuado con un tratamiento oportuno, de éste depende una mejor apariencia de la cicatriz.
Su aspecto se da por varios factores, entre ellos el tamaño y la profundidad de la herida, su localización, edad del paciente, tiempo de curación, tendencia genética al tipo de cicatrización, raza o tipo de enfermedad que produce única o múltiples lesiones, entre otros.
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Podemos encontrar cicatrices de varias formas y tamaños: planas,
atróficas, hipertróficas y hasta queloides, las últimas se
caracterizan por ser de gran tamaño, e incluso pueden generar la
apariencia de tumores llegando a afectar de forma relevante la
estética de las personas. Así mismo se encuentran de diferentes
colores: blancas, rosadas u oscuras que obedecen al tipo de herida y
principalmente al color de la piel, por ejemplo, las pieles de fototipo
alto (oscuras), tienen una tendencia bastante alta de cicatrización
pigmentada y queloidea.
Generalmente son dinámicas, es decir, en el primer año, sufren un
proceso de remodelación que las lleva a presentar dolor o prurito
(rasquiña) y las hace susceptibles de tratamientos que mejoren su
apariencia, pues son desagradables estéticamente.
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También existen cicatrices producidas por el acné, al ser una enfermedad común afecta a un significativo número de personas; se pueden encontrar atróficas, en picahielo o incluso hipertróficas y se localizan en rostro, espalda y cuero cabelludo.
Estrías
Las estrías son atrofias cutáneas en forma de líneas sinuosas de color blanquecino o violáceo localizadas en la piel. Se desarrollan generalmente cuando la piel sufre cambios de estiramiento o constricción, principalmente después de un embarazo, con cambios de peso, estiramiento en la adolescencia o incluso con el aumento mamario con prótesis. Igualmente se pueden generar por enfermedades o uso de medicamentos esteroideos tópicos por largo tiempo y sin supervisión del médico.
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En conclusión, las cicatrices y las estrías son de especial importancia, principalmente en la actualidad donde se puede generar angustia e impactar de forma significativa la calidad de vida. No obstante, son marcas permanentes en la piel, susceptibles de tratamientos que mejoren su apariencia y quizá si no se logran eliminar, se pueden atenuar de forma positiva.
Los procedimientos con los que se pueden tratar estas dos señales de la piel son: Láser, microdermoabrasión, microagujas, peeling, infiltraciones, aplicación de rellenos, plasma rico en plaquetas, entre otros.
Los anteriores manejados por especialistas de la piel, así se garantiza la efectividad y se cumplen las expectativas del paciente.
Lo especial de estos tratamientos es que se pueden realizar sin importar el tiempo de la cicatriz.
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