No hay nada mejor que los planes de verano: días de playa, piscina con amigas, conciertos al aire libre y tardes que se alargan hasta la puesta del sol. Con la llegada del buen tiempo, nuestro deseo de disfrutarlos se intensifica, pero, ¿estás realmente preparada? Protegerte del sol es la mejor manera de divertirse.
Para que disfrutes al máximo de los días soleados, te traemos 10 tips para tomar el sol en verano que no puedes pasar por alto. ¡Toma nota, empezamos!
El sol nos aporta muchos beneficios, pero si queremos evitar complicaciones a largo plazo en la piel, debemos limitar el tiempo de exposición. Lo ideal es disfrutar de él en horas donde los rayos solares tengan menos fuerza, es decir, a primera hora de la mañana o al final de la tarde.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tomar el sol entre 10 y 20 minutos al día es suficiente para absorber unos niveles adecuados de vitamina D. Este tiempo, dependerá de diferentes factores como la estación del año, hora del día, edad y fototipo.
La calidad del fotoprotector puede marcar la diferencia: te recomendamos utilizar productos con algún beneficio extra y que hayan sido dermatológicamente testados. Para tener una piel protegida y radiante, no pueden faltar en tu rutina productos enriquecidos con antioxidantes que combaten la oxidación causada por la radiación solar.
La elección del protector solar se debe hacer en función de tus necesidades específicas y zona del cuerpo, pero también de tu tipo de piel: si tienes piel sensible, indicios de manchas solares o afecciones como alergia solar o queratosis actínica, será mejor utilizar un fotoprotector específico para ello.
Según estudios, la mayoría solo utiliza ¼ de la cantidad necesaria para asegurar su eficacia. ¡Error! Si no te aplicas la cantidad recomendada, el SPF será menor. Para la piel del rostro, la cantidad adecuada son dos líneas extendidas en dos dedos. En cuanto al cuerpo, sería el equivalente al contenido de un vaso de chupito o de dos cucharadas (unos 30 ml) para toda la piel que se vaya a exponer al sol.
Aunque debes proteger todo tu cuerpo, hay zonas sensibles que necesitan un poquito más de cariño, como la cara, el cuello y el escote. Otras zonas fundamentales son los hombros y las manos, pero también las orejas y el empeine de los pies.
Las nubes no son excusa para no protegerse. De hecho, dejan pasar más del 80 % de la radiación solar, o en otras palabras: puedes sufrir una quemadura solar cualquier día del año
Una buena hidratación es clave para llevar una vida saludable, pero en los días en los que tomamos el sol se convierte en algo esencial y muy importante; el sol puede deshidratar nuestro organismo progresivamente, especialmente cuando estamos bajo sus rayos.
Durante el verano, puede que notes la aparición de nuevas manchas solares, por lo que te recomendamos llevar un registro de las que ya tienes en tu cuerpo. No es necesario que cuentes cada peca, pero sí es importante controlar el número y tamaño de tus lunares, especialmente para detectar cambios.
Después de cada aventura, tu piel merece un respiro, ya sea del agua salada del mar, el cloro de la piscina o el estrés oxidativo al que ha sido expuesta. ¿Lo mejor? Una ducha reparadora con un gel que respete tu barrera natural y una loción hidratante que nutra, calme y refresque tu piel.
Por: Belinda Martínez