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El diccionario de la real academia de la lengua española define la cicatriz como una señal que queda en los tejidos orgánicos después de curada una herida o llaga.

Su desarrollo depende de varios factores que llevan a que exista un daño dérmico, el cual puede ser evento traumático como cortadura de cualquier tipo, quemadura o raspadura, además, de enfermedad inflamatoria e infecciosa como la varicela o el acné.

Las cicatrices se producen porque en el intento de reparación de la piel se activan las células que la componen y principalmente los fibroblastos (células localizadas en la dermis) las cuales producen colágeno y fibrosis secundaria a ésta generando una marca permanente. En este proceso es muy importante el cuidado adecuado con un tratamiento oportuno, de éste depende una mejor apariencia de la cicatriz.

Su aspecto se da por varios factores, entre ellos el tamaño y la profundidad de la herida, su localización, edad del paciente, tiempo de curación, tendencia genética al tipo de cicatrización, raza o tipo de enfermedad que produce única o múltiples lesiones, entre otros.
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Podemos encontrar cicatrices de varias formas y tamaños: planas,
atróficas, hipertróficas y hasta queloides, las últimas se
caracterizan por ser de gran tamaño, e incluso pueden generar la
apariencia de tumores llegando a afectar de forma relevante la
estética de las personas. Así mismo se encuentran de diferentes
colores: blancas, rosadas u oscuras que obedecen al tipo de herida y
principalmente al color de la piel, por ejemplo, las pieles de fototipo
alto (oscuras), tienen una tendencia bastante alta de cicatrización
pigmentada y queloidea.

Generalmente son dinámicas, es decir, en el primer año, sufren un
proceso de remodelación que las lleva a presentar dolor o prurito
(rasquiña) y las hace susceptibles de tratamientos que mejoren su
apariencia, pues son desagradables estéticamente.

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También existen cicatrices producidas por el acné, al ser una enfermedad común afecta a un significativo número de personas; se pueden encontrar atróficas, en picahielo o incluso hipertróficas y se localizan en rostro, espalda y cuero cabelludo.

Estrías
Las estrías son atrofias cutáneas en forma de líneas sinuosas de color blanquecino o violáceo localizadas en la piel. Se desarrollan generalmente cuando la piel sufre cambios de estiramiento o constricción, principalmente después de un embarazo, con cambios de peso, estiramiento en la adolescencia o incluso con el aumento mamario con prótesis. Igualmente se pueden generar por enfermedades o uso de medicamentos esteroideos tópicos por largo tiempo y sin supervisión del médico.

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En conclusión, las cicatrices y las estrías son de especial importancia, principalmente en la actualidad donde se puede generar angustia e impactar de forma significativa la calidad de vida. No obstante, son marcas permanentes en la piel, susceptibles de tratamientos que mejoren su apariencia y quizá si no se logran eliminar, se pueden atenuar de forma positiva.

Los procedimientos con los que se pueden tratar estas dos señales de la piel son: Láser, microdermoabrasión, microagujas, peeling, infiltraciones, aplicación de rellenos, plasma rico en plaquetas, entre otros.

Los anteriores manejados por especialistas de la piel, así se garantiza la efectividad y se cumplen las expectativas del paciente.

Lo especial de estos tratamientos es que se pueden realizar sin importar el tiempo de la cicatriz.

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El acné es considerado una de las enfermedades de la piel más comunes, puede afectar a un gran número de personas a nivel mundial, principalmente a los jóvenes y adolescentes, siguiendo con los adultos y en ciertos casos se presenta en recién nacidos y en la infancia. Son múltiples las causas que lo producen, siendo el factor hormonal el más importante. Afortunadamente se cuenta con un sin número de tratamientos médicos que logran controlarlo e incluso curarlo.

Para entender la enfermedad es necesario explicar lo que ocurre. Hay un taponamiento e inflamación del folículo pilosebáceo (conducto por donde se transporta sebo y células muertas a la superficie de la piel) luego aparece un grano o espinilla. Esta patología está asociada a las glándulas sebáceas, encargadas de producir sebo necesario para humectar y proteger la piel, se encuentran principalmente en la cara, cuero cabelludo, espalda, pecho y hombros, es por ello que generalmente encontramos las lesiones propias del acné en dichas áreas corporales.

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En efecto las glándulas sebáceas son muy sensibles al flujo hormonal, presentando crecimiento y sobreproducción de sebo, son inducidas de forma natural principalmente en el hombre por la testosterona y en la mujer se muestra en la etapa de pubertad, periodos menstruales, el embarazo, en mujeres adultas que presenten ovario poliquístico, al suspender las píldoras anticonceptivas orales que ayudan a mantener controlado dicho desorden hormonal, así como algunos fármacos, entre ellos, los corticoesteroides sistémicos o el complejo B, los cuales suelen ser de uso común ya sea por prescripción médica o auto recetados. Otra de las causas es el uso de productos cosméticos como el maquillaje o cremas que taponan el complejo pilosebáceo.

Popularmente se cree que ciertos alimentos, como la mantequilla, las grasas o los chocolates pueden ser la causa de éste, aunque no se ha demostrado de forma científica una relación directa, pero sí se ha establecido que la leche y sus derivados pueden ser una de las causas del acné debido a las hormonas que contienen estos alimentos.

Así mismo se cree que esta patología es secundaria a un daño en la sangre o en el hígado y realmente no hay ninguna evidencia que soporte este mito, por lo mismo, no es necesario tomar medicamentos naturales que “limpien” dichos órganos.

Clínicamente se observan múltiples y variadas lesiones, como los comedones (espinillas) que pueden ser abiertos (puntos negros) y cerrados (puntos blancos), las pápulas y pústulas

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(son las lesiones que vulgarmente llamamos barros) y los nódulos y quistes que corresponden a las lesiones más severas de esta enfermedad, además son las más peligrosas ya que generalmente llevan a cicatrización e incluso deformidad, siendo causa de una afectación importante en la autoestima e incluso llevar a consecuencias tan graves como el suicidio.

De acuerdo al tipo de lesiones y a la cantidad de éstas, podemos clasificar el acné en: leve con pocas lesiones principalmente compuesta por comedones y escasas pápulas, moderado las lesiones son generalmente pápulas y pústulas y por último severo cuando el predominio son los nódulos y los quistes. Cada estado de la enfermedad requiere un tratamiento específico, el cual debe ser guiado por el dermatólogo.

Afortunadamente contamos con múltiples tratamientos, sean de aplicación tópica o sistémica (vía oral) los cuales son altamente efectivos. Lo más importante es que el tratamiento sea guiado por el médico dermatólogo, hay que evitar el autotratamiento, esta práctica puede llevar a un mal manejo del acné y como consecuencia nefasta la aparición de cicatrices.

Para concluir se recomienda consultar con el especialista en piel, ya que este podrá evaluar de acuerdo a cada circunstancia y así brindar el mejor y oportuno tratamiento, pues es una enfermedad común pero tratable donde el objetivo primordial a parte de la curación es la prevención del desarrollo de cicatrices que puedan afectar la calidad de vida.

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Médico Dermatólogo

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[/et_pb_text][/et_pb_column][et_pb_column type=»1_2″ _builder_version=»3.0.47″ parallax=»off» parallax_method=»on»][et_pb_image src=»https://dermablog.com.co/wp-content/uploads/2019/08/acrocordones.jpg» _builder_version=»3.0.106″][/et_pb_image][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row custom_margin=»2px|||» _builder_version=»3.0.106″ custom_padding=»28px|0px|27px|0px»][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.0.47″ parallax=»off» parallax_method=»on»][et_pb_text _builder_version=»3.0.106″ text_orientation=»justified»]

Éstos son un motivo de consulta común en la práctica dermatológica, pues se presentan en la mayoría de las personas y causan preocupación por su naturaleza o porque pueden afectar la estética personal.

El ejemplo frecuente de los tumores benignos en piel, son los lunares, en dermatología denominados como nevus melanocíticos, presentes en todos los seres humanos. Se manifiestan de múltiples formas y colores, afectando cualquier parte del cuerpo y habitualmente tienen un comportamiento benigno, sin embargo, hay que conocerlos, algunos tumores malignos pueden presentarse clínicamente parecidos a los nevus o generarse a partir de éstos.

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Así mismo las verrugas virales, hacen parte de la clasificación de los tumores benignos, éstas pueden afectar a personas de todas las edades, incluso son bastante comunes en los niños. Son transmitidas por el papiloma virus humano y se presentan como pequeñas pápulas y placas, de aspecto verrucoso (de allí su nombre). Afectan cualquier parte del cuerpo, comúnmente las manos y plantas de los pies, siendo más severas en personas con problemas en el sistema inmunológico. Para éstas existen múltiples tratamientos, con resultados variables.

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Es importante conocer nuestra propia piel pues existen más de 30 tipos de tumores que deben ser revisados por un especialista.

En ningún caso es recomendable realizarse “quemaduras de lunares” sin antes tener una evaluación del especialista en la piel. En nuestra clínica Dermatológica puedes encontrar médicos profesionales de la dermatología reconocidos, que tienen una amplia trayectoria y experiencia en todos los tratamientos de la piel.

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Los nevus melanocíticos muestran un comportamiento benigno, por con siguiente un crecimiento lento y sin efecto de masa destructiva. Estos se pueden remover, pero casi siempre con cicatrices residuales, lo recomendado es hacerlo sólo por mejoría estética o para descartar malignidad.

El dermatólogo siempre estará capacitado para evaluar la naturaleza benigna o maligna de un tumor, sin embargo, hay varios signos que las personas en casa pueden detectar y de esta forma saber si dichas lesiones son de origen anómalo o benigno.

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El ABCDE de los lunares, es una herramienta útil para sospechar o descartar una naturaleza maligna. Si la aplicamos en un tumor, de esta forma: A: Asimetría, B: Bordes irregulares, C: Múltiples colores, D: Diámetro mayor a 6 mm y E: Tiempo de evolución.

Existen otros tumores benignos, que clínicamente se parecen a los lunares, pero son de origen distinto y, por tanto, su tratamiento es diferente. Uno clásico, son las queratosis seborreicas, que son una acumulación de células epidérmicas en la piel. Aparecen como pápulas y placas, de superficie verrucosa, de coloración variable, existiendo lesiones claras y lesiones muy negruzcas, adheridas a la superficie cutánea, incluso son parecidas a las verrugas víricas. Se presentan en múltiples lesiones, llegando a afectar extensas áreas de la piel (por ejemplo en la espalda). Su tratamiento consiste en realizar extracción de éstos, ya sea por cauterización o con crioterapia (quemar en frio).

Otro tipo de tumor común, son los fibromas laxos o acrocordones, que se presentan en múltiples cantidades, generalmente en el cuello y ocasionalmente en ingles y axilas. Se presentan como pequeños tumores alargados y de color piel o en algunas ocasiones, pigmentados. Su tratamiento se basa en la cauterización, crioterapia o incluso cortando la base con unas tijeras. A veces, las personas las confunden con “verruguitas” del cuello.

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El estrés es aquel mecanismo que se produce cuando una persona se siente excedida por una serie de situaciones que superan su capacidad de llevar a cabo una vida tranquila, lo que acarrea en una sobrecarga que puede influir en el bienestar físico, psicológico y personal. Estas sobrecargas pueden ser de tipo social, laboral, fisiológico, mental entre otros, y logran llevar a un sentimiento de tensión física o emocional que pueden provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso.

Se considera que el estrés hace parte de un proceso adaptativo del ser humano que lo lleva a afrontar ciertas situaciones para acomodarse al medio que lo rodea, sin embargo, se puede convertir en una sensación desagradable de peso y angustia, que luego va a afectar la calidad de vida de las personas.

El estrés puede llegar a perturbar claramente las esfera mental y física de los individuos, tanto así, que puede llegar a afectar la calidad de vida de una forma importante, ya que puede generar o intensificar un sin número de enfermedades, tanto orgánicas como psiquiátricas.

Siendo considerado una de las principales causas de agudización de enfermedades en la era moderna, el estrés puede desencadenar varios problemas médicos, como las enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, psiquiátricas, entre otras e incluso juega un papel muy importante en las enfermedades dermatológicas.

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Se considera a la piel, como el órgano más grande del organismo y es el que está en contacto directo con el exterior e interior del cuerpo. También se encuentra en constante comunicación con el sistema nervioso central, por medio de terminales nerviosas y complejos hormonales, lo que lleva a que el estrés afecte de forma importante la piel, ya que dicha interacción estimula cambios en ella, desde aumento de sustancias que generan sudoración o resequedad hasta inmunosupresión (baja de defensas) que permiten infecciones como el herpes u hongos.

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Es así como encontramos múltiples patologías en la piel que pueden ser afectadas por el estrés, tales como el acné, el efluvio telógeno (afección reversible en la que el pelo se cae después de una experiencia de mucho estrés), dermatitis seborreica, la rosácea, el prurito (rasquiña crónica), neurodermatitis, entre otras. A continuación, hablaremos de las patologías más comunes relacionadas con este.

El acné y la rosácea son dos de las patologías más comunes en las cuales se ha encontrado una relación bastante estrecha con el estrés y si bien este último no es la causa de dichas enfermedades, si puede agravarlas de forma importante, ya que el estrés emocional estimula la liberación de sustancias que aceleran el metabolismo e incrementa la actividad de las glándulas sebáceas favoreciendo dichas enfermedades. Es común escuchar sobre la aparición de lesiones de acné o rosácea ante cualquier situación de estrés, sea un examen, un problema laboral, un altercado familiar, entre otros.

Otra patología que se afecta de forma importante con el estrés es la dermatitis seborreica, que consiste en una descamación y enrojecimiento de la piel principalmente en cuero cabelludo y cara (cejas, surcos nasogenianos, orejas, entre otras áreas). Es una condición muy común en los adultos y es tanta la relación con el estrés, que la irritación de la dermatitis seborreica se considera como un indicador indirecto al estrés que pueda estar sufriendo una persona.

También es muy común observar como el estrés puede ser el desencadenante o agudizante de una patología muy común, el efluvio telógeno, este corresponde a la caída constante del pelo, la cual no lleva a la calvicie porque el pelo se renueva, pero si genera bastante angustia en los pacientes, principalmente en las mujeres, en quienes es relativamente común dicha enfermedad.

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El estrés también puede producir cambios en la apariencia de la piel, estos no se consideran patologías pero si pueden afectar la autoestima pues al disminuir la irrigación sanguínea y ante la falta de nutrientes y de oxígeno se produce envejecimiento prematuro, pérdida de luminosidad, deshidratación, piel flácida, ojeras, entre otros.

 

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Es así como encontramos múltiples patologías en la piel que pueden ser afectadas por el estrés, tales como el acné, el efluvio telógeno (afección reversible en la que el pelo se cae después de una experiencia de mucho estrés), dermatitis seborreica, la rosácea, el prurito (rasquiña crónica), neurodermatitis, entre otras. A continuación, hablaremos de las patologías más comunes relacionadas con este.

Es así como el estrés es considerado como causante de muchas enfermedades en el siglo XXI y la piel no se queda atrás. Aunque este no es el causante primario de muchas patologías dermatológicas, si hace parte importante de los factores que empeoran dichas patologías; por lo tanto, es importante aprender a controlarlo y principalmente reconocer que existe para de esta forma ayudar a controlar o sanar muchas de las enfermedades de la piel.

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Cicatrices
El diccionario de la real academia de la lengua española define la cicatriz como una señal que queda en los tejidos orgánicos después de curada una herida o llaga. Su desarrollo depende de varios factores que llevan a que exista un daño dérmico, el cual puede ser evento traumático como cortadura de cualquier tipo, quemadura o raspadura, demás, de enfermedad inflamatoria e infecciosa como la varicela o el acné.

Las cicatrices se producen porque en el intento de reparación de la piel se activan las células que la componen y principalmente los fibroblastos (células localizadas en la dermis) las cuales producen colágeno y fibrosis secundaria a ésta generando una marca permanente. En este proceso es muy importante el cuidado adecuado con un tratamiento oportuno, de éste depende una mejor apariencia de la cicatriz. Su aspecto se da por varios factores, entre ellos el tamaño y la profundidad de la herida, su localización, edad del paciente, tiempo de curación, tendencia genética al tipo de cicatrización, raza o tipo de enfermedad que produce única o múltiples lesiones, entre otros.

Podemos encontrar cicatrices de varias formas y tamaños: planas, atróficas, hipertróficas y hasta queloides, las últimas se caracterizan por ser de gran tamaño, e incluso pueden generar la apariencia de tumores llegando a afectar de forma relevante la estética de las personas. Así mismo se encuentran de diferentes colores: blancas, rosadas u oscuras que obedecen al tipo de herida y principalmente al color de la piel, por ejemplo, las pieles de fototipo alto (oscuras), tienen una tendencia bastante alta de cicatrización pigmentada y queloidea. Generalmente son dinámicas, es decir, en el primer año, sufren un proceso de remodelación que las lleva a presentar dolor o prurito (rasquiña) y las hace susceptibles de tratamientos que mejoren su apariencia, pues son desagradables estéticamente.

También existen cicatrices producidas por el acné, al ser una enfermedad común afecta a un significativo número
de personas; se pueden encontrar atróficas, en picahielo o incluso hipertróficas y se localizan en rostro, espalda y cuero cabelludo.

Estrías
Las estrías son atrofias cutáneas en forma de líneas sinuosas de color blanquecino o violáceo localizadas en la piel. Se desarrollan generalmente cuando la piel sufre cambios de estiramiento o constricción, principalmente después de un
embarazo, con cambios de peso, estiramiento en la adolescencia o incluso con el aumento mamario con prótesis. Igualmente se pueden generar por enfermedades o uso de medicamentos esteroideos tópicos por largo tiempo y sin supervisión del médico.

En conclusión, las cicatrices y las estrías son de especial importancia, principalmente en la actualidad donde se puede generar angustia e impactar de forma significativa la calidad de vida. No obstante, son marcas permanentes en la piel, susceptibles de tratamientos que mejoren su apariencia y quizá si no se logran eliminar, se pueden atenuar de forma positiva. Los procedimientos con los que se pueden tratar estas dos señales de la piel son: Láser, microdermoabrasión, microagujas, peeling, infiltraciones, aplicación de rellenos, plasma rico en plaquetas, entre otros. Los anteriores manejados por especialistas de la piel, así se garantiza la efectividad y se cumplen las expectativas del paciente. Lo especial de estos tratamientos es que se pueden realizar sin importar el tiempo de la cicatriz.

Dr. Flavio Alberto Restrepo Bernal

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